La agudeza visual es el término que se utiliza para expresar la claridad de visión, que depende de la sensibilidad de la retina del ojo y el funcionamiento normal del nervio óptico, y de los nervios del cerebro responsables de la visión.
La agudeza visual de una persona se determina de manera objetiva con lo que llamamos optotipos. Los optotipos son una serie de paneles o cartillas que el paciente debe mirar a una distancia determinada, primero con un ojo y después con el otro, según el oftalmólogo le irá indicando. La cartilla u optotipo más utilizada es la de Snellen; en ella cada línea puede estar formada por números, letras o figuras (parecidas a letras C o E en distintas posiciones). Si el paciente acierta los elementos de una línea, se pasa a señalar la siguiente, de un tamaño menor; la última línea que el paciente puede ver es la que determina su agudeza visual. Se debe hacer este examen con las gafas para lejos en el caso que el paciente utilice gafas. En algunos casos, el oftalmólogo le hará mirar a través de unos agujeritos, hasta que vea el panel, y se valora si puede ver alguna fila más de las que veía; eso nos indica que su visión puede mejorar con una gafa.
Cuando la visión en un paciente está muy reducida (menos de un 10%), la agudeza visual se valora con parámetros tales como: contar dedos a 10, 5 o 1 metro, movimiento de manos, visión de bultos o visión de luz.
En los niños pequeños existen otros optotipos, generalmente adaptados, que incluyen dibujos infantiles, para conseguir su colaboración y poder determinar la agudeza visual. El médico oftalmólogo puede valorar la visión de un niño de muy corta edad pidiéndole, también, que adivine cuantos dedos ve, y si los acierta se va alejando hasta que el niño no los ve con claridad.
Para valorar la patología llamada astigmatismo (el paciente ve de forma distorsionada las cosas y se puede corregir con gafas) existen varios optotipos (rueda de Lancaster, abanico de Landolt u optotipo de Pray) que en general consisten en ruedas o medias ruedas con rayas, que indican al oftalmólogo el eje del astigmatismo.
Una vez determinada su agudeza visual, si el oftalmólogo piensa que ésta se puede corregir con cristales graduados, tiene que valorar cuantas dioptrías y de qué características. Para tal fin, puede pedirle que se apoye en un aparato que determinará aproximadamente sus dioptrías y/o hacerle mirar a lo lejos mientras enfoca con una luz sus pupilas. A partir de ahí, con las indicaciones del paciente de cuando mejora según los cristales que le irán colocando, se llega a determinar la graduación correcta de la gafa.
A partir de los 40 años aparece lo que llamamos “vista cansada” (presbicia); la persona nota que ve mal de cerca y necesita alejar las cosas para verlas con nitidez, la cual cosa se puede solucionar con unas gafas con graduación de cerca. Se utiliza para valorar la graduación una cartilla con un grupo de textos de escrituras con diferentes tamaños (Cartilla de Jaeger), que se coloca a 30 cm, y el oftalmólogo va probando cristales hasta que usted distingue con nitidez las letras del tamaño de lectura pequeñas.
Existen otras patologías oculares que se pueden valorar con cartillas específicas. Es el caso de lo que llamamos Degeneración Macular Asociada a la Edad , en la que el paciente tiene pérdida de visión central y ve los objetos deformados. Se utiliza lo que llamamos Rejilla de Amsler, un cuadro negro con rayas blancas, y usted tiene que explicar al oftalmólogo qué líneas ve torcidas. Eso le ayuda al médico a valorar la evolución de su enfermedad, y al paciente (que se puede llevar la cartilla a su casa) a ver si hay cambios en su visión, y, en caso afirmativo, poder relatarle al médico más específicamente tal empeoramiento.
Por último, existen una serie de anomalías genéticas que producen alteraciones en la visión de los colores. Generalmente son anomalías heredadas, que no requieren tratamiento, pero es importante una detección de estas alteraciones de los colores en la edad infantil para valorar si son necesarias adaptaciones en la vida diaria o simplemente para comprender mejor la visión de estos niños. Se puede hacer un cribaje de estas alteraciones con las llamadas Tablas de Ishihara, donde en unas láminas con puntos de colores hay que decir qué números se pueden ver.
Una determinación periódica de su agudeza visual permite al oftalmólogo seguir la evolución de sus enfermedades oftalmológicas, valorar los cambios que puedan producir en su visión estas patologías, indicarle un cambio de gafas cuando es preciso o decidir cuando una catarata ha quitado la suficiente visión como para estar indicado operarla, entre otros ejemplos. Asimismo, se utilizan los rangos de agudeza visual que estas cartillas indican para certificar que una persona tiene una visión para conducir o para realizar según qué trabajos.
Dra. Raquel Bañón Navarro
Dra. Laura Solevila Bacardit